Una historia crítica del concepto "enfermedades infecciosas emergentes"
Seminario Itinerante
El Dr. Alexis Bedolla del CISAN presenta su interés por desarrollar una perspectiva crítica sobre la historiografía del concepto de “enfermedades infecciosas emergentes” en la segunda mitad del siglo XX.
Ante el optimismo del siglo pasado respecto la salud pública, cuando se llegó a tener la certeza de haber erradicado por completo las enfermedades infecciosas. Este optimismo estaba anclado en la potencia de la revolución bacteriológica por un lado y otro en la relativa inmutabilidad de los organismos patógenos. Se planteaba que los virus y las bacterias mutaban pero de manera muy lenta. En la doctrina del monoformismo, se suponía que a cada enfermedad era causada por una especie microbiana única e invariante. Estos supuestos hacían posible el paradigma de la erradicación.
Este paradigma de la erradicación falló por desechar rápidamente la idea de que los virus y las bacterias no mutaban. A principios de los 80, con la pandemia del SIDA se destruyó el paradigma, pero también con el ébola, el cólera, algunas epidemias de peste.
Joshua Lederberg y Stephen M. Morse, a finales de los 80, empiezan a cuestionar el erradicacionismo. En particular se criticó: la complacencia prematura que se tiene en términos de los medios disponibles para defenderse frente a las pandemias. Entre otros planteamientos aseguraban: de los virus no sabemos cómo mutan, no sabemos sus filogenias, no sabemos cómo interactúan con los genomas de los huéspedes, nos sabemos nada del tráfico interespecies.
En función de atender estas problemáticas, ocurre una conferencia emblemática, abre la puerta a publicaciones científicas, por parte de Morse y Lederberg, quienes caracterizan cómo se define y se entiende la emergencia microbiana. El resultado de esta conferencia se publicó en el libro Emerging Viruses (1989). También surge el comité científico “Emerging infections”, que impacta globalmente, transforma reglamentos, agencias, discusiones al interior de grupos importantes como CDC o como la Organización Mundial de la Salud.
La publicación de estos documentos fundacionales detona una avalancha de investigaciones, se inicia la publicación de “Emerging infectious diseases” reflejando entre otros temas el hecho, hasta entonces aceptado, de la existencia de pandemias infecciosas, posicionado en contra del radicalismo. Las academias de medicina, los Journals y grupos de investigación en 21 países se concentran en el estudio de las enfermedades infeccionas, emergentes. Se publican estrategias de prevención por parte de CDC.
Se intentaba dar explicaciones genéticas a la expansión de los virus, se dio espacio a explicaciones exclusivamente biológicas y su repercusión social. Se habló de transformaciones sociales y ambientales. Surge entonces el tema de las enfermedades de la civilización, que ocurrían por el desarrollo industrial, porque ponían en contacto más constante y mucho más íntimo animales, ambiente y humanos.
De acuerdo a los paper de la época, el 70% de las enfermedades tenían un origen animal, la alteración de los ambientes que tenían un nicho animal generó que las bacterias brincaran de especie. Es decir que aumentaba el contacto con el humano y entonces se daban estos brincos zoonóticos.
En el texto Orientalismo pandémico, de publicación reciente, se analizan las fallas que propician las enfermedades emergentes. Ante las fallas creadas por el abandono social, se asume que las enfermedades emergentes se originan en lugares y contextos específicos. Tienen una cierta trasabilidad. Algunos ejemplos de enlaces sobre la ubicación de los contextos geográficos y sociales son:
Demografía: Indonesia, Pakistán, China, México y Brasil,
Alteración del ecosistema por explotación de las selvas: bosques de Asia, África y América Latina.
Alimentos contaminados: fresas de México, frambuesas de Guatemala, zanahorias de Perú, leche de coco de Tailandia.
Se habla de enfermedades provenientes del sur global. El discurso no es tan dicotómico, pero esencialmente el problema no es del norte global, la emergencia tiene que ver con el sur.
Hay una lectura moral del mundo que invita a pensar que no solo es un concepto científico, asumido de una manera muy reflexiva. Hay autores que sugieren que es más bien una especie de visión del mundo, con explicaciones causales, determinadas consecuencias, patrones de selección, constelaciones de riesgo, incluso los métodos más apropiados para enfrentar este tipo de cosas.
Cierra con la crítica: dado el aparato material, simbólico, institucional de la ciencia que rodea al concepto de enfermedades emergentes, se ejerce una violencia epistémica. Se ejerce en la medida en que todo el aparato impide o limita de manera significativa, que las propias personas, que son las principales afectadas por las pandemias o por los brotes zoonóticos modernos, articulen sus propias explicaciones y discursos sobre las causas y en la medida en que se limita la circulación o la formación de alternativas, la violencia epistémica se ejerce como un silenciamiento, de perspectivas epidemiológicas mucho más progresistas.
También presenta unos ejemplos de búsqueda virtual en la biblioteca nacional de medicina, aclarando que la búsqueda no es directa, con el propósito de plantear el hecho de que las discusiones históricas sobre el concepto de enfermedades emergentes no trascienden al mundo de la gente que desarrolla las políticas públicas de salud global.